La experiencia que me llevé fue muy
intencional. Como primera oportunidad de visitarlos, supe que había un proyecto
que debía llevarse a cabo. Pues muchas son las cosas que hacen falta tanto para
el establecimiento como el mismo apoyo del personal encargado. Observé la falta
de sillones cómodos, quienes estuvieran al pendiente de ellos, la falta de una
mejor organización con sus pertenencias y al mismo tiempo que los medicamentos
tuvieran su propio espacio.
Durante el recorrido del lugar, noté
que la misma infraestructura necesita reconstrucciones como lo son las
escaleras, la necesidad de ascensores para los que utilizan sillas de ruedas,
reconstrucción del cielo raso, puertas para cada habitación, las puertas de los
baños hasta los mismos retretes y lava manos.
Mucho es el espacio que hay; sin embargo pocos son las utilidades que
les permiten ser aprovechadas por ellos, es decir secciones de juegos, bailes,
una sala televisiva, un comedor que sea general en vez de separadas, libros
para leer o pintar.
Todo esto provocó en mí nostalgia al
saber que todos pasamos por una etapa en que necesitamos más atención, más
apoyo, ayuda emocional y ahí fue donde me di cuenta que ellos sí lo necesitan
constantemente. Es una lástima pensar que los días para ellos deben ser largos por no tener el mismo raciocinio de
antes, el sentimiento de estar desorientados, el no tener la capacidad de saber
lo que se hace o se quiere hacer o el no hacer una actividad que los mantengan
entretenidos.
Entre toda la parte negativa, el
corazón de ellos es una gran motivación para cualquiera que los visite. Me
envolvieron en una alegría al escucharlos conversar con nosotros, saber que sus
recuerdos siguen intactos y con la felicidad que expresaban en sus rostros por
el simple hecho de ir a verlos.
Creo fielmente en el gran trabajo en equipo que hacemos con este proyecto "Pensando en nueva vida" Lo curioso y lo fascinante del trabajo es que hacer voces de escucha para estas personas es un logro para nosotros, poner nuestras manos a sus disposiciones es un placer y recibir sonrisas de ellos es un gozo.
Gracias a la Universidad Tecnológica de Panamá por el esmero en contribuir en la ayuda de estas personas, al profesor Victor López por su iniciativa de invitarnos a llevar a cabo este aporte de vida, y también a la profesora Ana Cecilia Rodríguez, por su talento de enseñarnos a realizar un espacio libre para compartir esta experiencia. El blog.
Me siento muy agradecida con Dios por
permitirme hacer presencia entre ellos, pues con esto sé que habrá un buen
proyecto y acto de servicio para estas personas realmente especiales que lo
necesitan.
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